Los hijos de Recab fácilmente habrían podido alegar que, como habían transcurrido más de 250 años desde las instrucciones de su antepasado, era necesario vivir de modo acorde a la época, o que un comportamiento exterior carecía de valor frente a las disposiciones del corazón. Hoy en día, algunos invocan tales pretextos para ensanchar el camino. ¡Pero no! y Dios se complace en reconocer que “los hijos de Jonadab, hijo de Recab, tuvieron por firme el mandamiento que les dio su padre” (v. 16). De una generación a otra habían mantenido firmemente, sin ruido (pero ciertamente no sin oprobio ni sufrimientos) la piadosa línea de conducta trazada por su antecesor. Bajo los tan odiosos reinados de Acaz, de Manasés y de Amón, habían formado parte de los fieles ocultos que Jehová conocía, como los siete mil en tiempos de Elías (1 Reyes 19:18). Y no habríamos sabido nada de toda esa familia si Dios no hubiese querido servirse de ella para dar testimonio público a todo Judá. Sí, el ejemplo de los recabitas subrayaba la desobediencia del pueblo de Jerusalén… de igual modo que hoy la manera de vivir de los cristianos debería, por contraste, condenar a un mundo rebelado contra Dios y hablar a su conciencia.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"