Mientras se desarrolla el sitio de Jerusalén, Jehová encarga a Jeremías un mensaje personal para el rey Sedequías (v. 2-6), sin duda aquel al que alude el capítulo 32 versículo 3. Dios promete al rey indulgencia y una muerte apacible. En efecto, por los versículos 8 y 9 nos enteramos de que las intenciones de ese hombre no eran malas. Hasta estaba animado de cierta benevolencia hacia Jeremías (cap. 38:10, 16). Pero le faltaba totalmente fortaleza de carácter. No tenía la energía que la fe dará a Nehemías en una ocasión parecida (véase Nehemías 5). Después de haber decretado la libertad de todos los siervos hebreos, Sedequías no es capaz de hacer respetar esa decisión por mucho tiempo. Entonces, Jehová recuerda a ese respecto cuáles son las precisas instrucciones de la ley, que ya los padres no habían tenido en cuenta. Y nosotros recordamos las enseñanzas referentes al siervo, quien por amor no quiere salir libre, hermosa figura del Señor Jesús (Éxodo 21:2-6).
Dios va a servirse de la malvada acción de esos hombres para ilustrar el castigo que él les reserva. Va a actuar como ellos, es decir, quitándoles la libertad que les había otorgado en otros tiempos y sometiéndolos al rey de Babilonia (Lucas 6:38).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"