“Ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive. Ciertamente como una sombra es el hombre; ciertamente en vano se afana; amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá”. La experiencia del predicador confirma estas certezas del Salmo 39:5-6. El hombre, su medio ambiente, su actividad, todo esto es pasajero. Solo su alma existe para siempre, y es justamente por ella, en general, por la que menos se preocupa. “Todo el trabajo del hombre es para su boca”; su alma no es saciada de bienes (v. 7, 3). El Señor cuenta la historia de ese rico que engañaba a su propia alma al ofrecerle los bienes de aquí abajo (Lucas 4:4; 12:16-20). Uno se siente oprimido al pensar en la multitud de existencias derrochadas, en la suma de inteligencias y energías consagradas ¿a qué?… a perseguir aquí y allá metas tan inconsistentes y huidizas como el aire. Al atormentarse así, sin reposo (v. 5) y “sin gustar del bien” (v. 6), estas mismas vidas habrán pasado como sombra (v. 12) y, sin embargo, tendrán que dar cuenta de ello a Dios.
Creyentes, ¡que esto nos abra los ojos! No tendremos la oportunidad de volver a empezar nuestra vida. ¡Que sea empleada, pues, enteramente para el Señor!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"