Los versículos 1 y 2 recuerdan la prudencia que conviene observar en la presencia de Dios. Cuidemos que nuestra actitud y nuestros modales en las reuniones sean respetuosos y modestos. El temor de Dios debe caracterizar al fiel de todos los tiempos y no tenemos derecho al relajamiento de la templanza so pretexto de que estamos hoy gozando de la libertad que da la gracia.
A partir del versículo 10 se trata de nuevo de riquezas. “El que ama el dinero, no se saciará de dinero…”. Un avaro se parece a alguien que trata de apagar su sed con agua de mar. Cuanto más bebe, tanto más intensa es su sed. Tal es el engaño de las riquezas (Mateo 13:22). Uno tiene la ilusión de servirse del dinero, y en realidad es esclavo de él. Una de dos: o las riquezas serán conservadas en poder de sus amos para su detrimento espiritual (v. 13) o perecerán sin provecho para nadie (v. 14; Santiago 5:3). Finalmente, tarde o temprano habrá que separarse de ellas para morir (v. 15). «Una mortaja no tiene bolsillos» se suele decir. Los tesoros acumulados en ciertas tumbas antiguas no siguieron a sus propietarios al más allá. 1 Timoteo 6:17-19 resuelve perfectamente para el creyente este problema de la riqueza.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"