La propia voluntad y el espíritu de idolatría manifestados en la casa de Micaía contaminaron una tribu entera, como lo relata nuestro capítulo. Siempre es así. Antes de extenderse y turbar al pueblo de Dios, el mal empieza a germinar en las familias.
En aquellos días la posesión de los danitas aún no les había tocado en suerte, nos dice el versículo 1 (véase Números 26:55-56; 33:54). Entonces, en lugar de consultar a Jehová y confiar en él, impacientemente, deciden escoger ellos mismos su herencia.
¡Qué espíritu de independencia! Además, se elige una fácil solución. Recordemos que los hijos de Dan se habían dejado repeler hacia la montaña (cap. 1:34). En lugar de apoderarse de lo que les estaba destinado y a su alcance, pero que exigía la energía de la fe, emprenden una expedición al otro lado del país. Quizás actuamos como ellos más veces de lo que pensamos. El Señor nos ha preparado un servicio en nuestro entorno; pero retrocedemos ante los ejercicios de fe y las luchas que requeriría este servicio, y preferimos una acción más espectacular en la dirección que nosotros mismos escogemos.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"