Una palabra de advertencia

Jeremías 27:12-22

Ahora Jeremías se dirige al rey de Judá y luego a los sacerdotes. Ya en dos ocasiones Nabucodonosor se había llevado una parte de los utensilios del templo. Lejos de restituirlos, organizará un tercer y definitivo pillaje en el momento de la transportación del mismo Sedequías y del resto del pueblo (2 Crónicas 36:7, 10, 18). Se puede pensar que tenían interés por esos objetos más bien por orgullo nacional que como medio para rendir culto a Jehová. Ocurre lo mismo en nuestros días. Muchas personas son muy apegadas a las formas de una religión llamada cristiana, preocupándose muy poco por servir a Dios al observarlas.

Lo que Jeremías predica sin cesar es la sumisión debida a la autoridad que Jehová estableció, en este caso la del rey de Babilonia. “No hay autoridad sino de parte de Dios… quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste” (Romanos 13:1-2). Trátese de gobernantes o magistrados, de padres o de jefes (aun de los que son duros e injustos: 1 Pedro 2:18), esa exhortación es siempre oportuna para nosotros.

La profecía de este capítulo no termina sin que Dios anuncie que un día él se preocupará personalmente por los utensilios del templo y los hará traer de nuevo. Estas palabras se cumplirán en Esdras 1:7 y 7:19.


Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"