En los capítulos 21 y 22 la palabra de Jehová condenó a los últimos reyes. En realidad, todos los responsables de Judá, “tanto el profeta como el sacerdote” (v. 11) faltaron a sus deberes. En lugar de apacentar al pueblo “siendo ejemplos de la grey” (1 Pedro 5:3), fueron malos pastores. A causa de su deplorable conducta el rebaño fue descuidado, destruido y dispersado (comp. Ezequiel 34:4-6). Por eso Dios se encargará de juntar él mismo el remanente de ese rebaño, dándole otro Pastor (Juan 10:14). La familia real de Israel falló por completo. Pero, en esa misma casa de David, Dios suscitará un Renuevo justo, un Rey divino:
Jehová, justicia nuestra
(comp. 1 Corintios 1:30).
Esa expresión “el Renuevo” es empleada cinco veces en los Profetas para designar al Señor Jesús. Aquí y en el capítulo 33:15 como el Rey, carácter que tiene en el evangelio de Mateo. En Zacarías (cap. 3:8) como “mi siervo el Renuevo” y en el capítulo 6:12 como “el varón cuyo nombre es el Renuevo”, respectivamente Cristo en los evangelios de Marcos y Lucas. Finalmente, en Isaías 4:2 como “el renuevo de Jehová… para hermosura y gloria”, en quien reconocemos al Hijo de Dios presentado por el evangelio de Juan.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"