Lo “que Dios ha preparado para los que le aman” tiene su fuente en Cristo. Él es “sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria” (1 Corintios 2:7, 9; véase también 1 Corintios 1:30). Los versículos 22 a 31 nos hacen remontar el curso del tiempo más allá del principio de las cosas creadas, tan lejos como puede ir nuestro pensamiento. Ya estaba la Sabiduría, una Persona, al lado de Dios: el Hijo con el Padre, en una recíproca plenitud de amor y de gozo para concebir y luego efectuar juntos la obra de la creación. Pero, además, nos enteramos aquí de algo extraordinario: antes que existiera un solo hombre, antes que ni siquiera hubiera una tierra para llevarlo, aun antes del “principio del polvo del mundo”, fuimos, usted y yo, conocidos y amados. “Mis delicias son con los hijos de los hombres”, tal es la maravillosa declaración del Amado de Dios antes de que empezara el tiempo. No quería gozar solo del amor de su Padre. Y toda la obra que iba a emprender tenía ese gran propósito final: introducir hombres salvados y perfectos en su propia felicidad para gloria de Dios, su Padre.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"