Ser fiador es recomendar a alguien y garantizar los compromisos que él contrajo. En apariencia, esto nace de un buen sentimiento. Pero Dios aborrece la fianza, primeramente porque traduce la confianza en el hombre, luego porque dispone inconsideradamente del porvenir, el que le pertenece solo a Dios (Jeremías 17:5; Santiago 4:13-14).
Al perezoso, los versículos 6 a 8 le aconsejan que visite un hormiguero. ¡Cuántas provechosas lecciones se pueden aprender junto a ese pequeño y laborioso pueblo!: diligencia, perseverancia, prudencia, orden, ayuda mutua, libre disciplina. Ni una hormiga queda inactiva, y, si la carga es demasiado pesada, una compañera acude en su ayuda. Sepamos observar las vivientes instrucciones que Dios dispuso para nosotros aquí y allá en su creación.
Ya vimos que todos los miembros del creyente deben ser guardados y santificados para Dios (cap. 4:21-27; 5:1-2). Los versículos 12 a 19 nos muestran cómo esos mismos miembros están puestos al servicio del mal por el hombre natural. Tal era también nuestra condición cuando éramos esclavos del pecado. Pero Romanos 6:18-19 nos recuerda que fuimos libertados y nos exhorta firmemente a entregar ahora nuestros miembros para servir a la justicia.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"