Dios se sirvió de Salomón, el más sabio entre los sabios (1 Reyes 4:29 y sig.), para darnos “los Proverbios”, el libro de la Sabiduría. Aunque se dirige a todos, está expresamente dedicado al joven (v. 4). Sí, ese libro fue especialmente escrito para ti, joven amigo creyente, llegado a la edad de la reflexión y del juicio personal. Es el momento de tu orientación y de las elecciones decisivas. En la escuela de Dios, en la que se desarrolla tu educación cristiana bajo la autoridad y el ejemplo de tus padres (v. 7-9), los Proverbios constituyen uno de tus principales «libros de texto». Contiene definiciones, reglas con sus aplicaciones, ejercicios, ejemplos para seguir y otros que no deben ser seguidos. Pero la Sabiduría (como la Palabra con la cual se identifica) es al mismo tiempo una persona viviente que enseña y guía en su andar a los que llama sus hijos.
Los Salmos empiezan con la misma puesta aparte del fiel (Salmo 1:1). Aquí es lo mismo, pues la primera instrucción dada al hijo le manda evitar “el camino de los pecadores” que buscarán seducirle diciéndole: “Ven con nosotros” (v. 11). Ella le muestra adónde conduce ese camino y lo pone en guardia: “Hijo mío, no andes en camino con ellos” (v. 15; léase Efesios 5:11).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"