Carta acerca de la evangelización
Pienso que el don de evangelista es el mayor de los privilegios que puede recibir un creyente; aunque personalmente yo no sea un evangelista, hago, cuantas veces me sea posible, la obra lo mejor que puedo.
El celo por Dios
¡Ser celoso por las cosas de Dios, por el mismo Señor! Nunca lo seremos suficientemente; pero es preciso que este celo sea mantenido, guiado, y a veces también parado por el mismo Dios. Él nos ha dado enseñanzas en su Palabra, para que nuestro celo no se desvíe de su voluntad y para que la nuestra sea excluida.

La Iglesia del Dios viviente n°4
Reuniones de oración, de edificación y de evangelización
A través del libro de los Hechos sabemos que los creyentes se reunían para la oración colectiva. Nos enteramos también de que en todo momento de dificultad se convocaba a reuniones de oración. Notemos, además, que las ocasiones en las que se producían grandes bendiciones eran precedidas por reuniones de oración.
Uno siembra y otro siega
Quisiera dar una palabra de aliento a aquellos que han trabajado en el Evangelio durante años, quizá, sin haber visto frutos de su labor. Puede ser que hayan recordado las palabras de Isaías 49:4: “Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas”. Tal vez se encuentren oprimidos y agobiados, pero el mismo versículo sigue diciendo: