Todas las intenciones de Dios para con su criatura tienen un único y mismo motivo: su misericordia que permanece para siempre. Primeramente aparece en “las grandes maravillas” cumplidas a favor del hombre aun antes de su existencia, cuando Dios componía un medio ambiente favorable a la vida y la subsistencia de su criatura (v. 4-9). Así es cómo una madre prepara con ternura, antes del nacimiento de su niño, el ambiente en el cual el bebé será acogido juntamente con todos los objetos que le sean necesarios.
A partir del versículo 10 podemos ver brillar el amor de Dios en la obra de la redención. Esta se halla ilustrada por medio de la salida de Egipto y la entrada de Israel en Canaán.
En nuestro abatimiento se acordó de nosotros (v.23)
pueden cantar todos los redimidos agradecidos. La expresión “para siempre es su misericordia” puede sorprender al final de los versículos 10, 15 y 17-20. Pero no olvidemos que incluso el castigo de los malos tiene su fundamento en los propósitos del amor de Dios por los suyos, como asimismo para bendición del mundo futuro.
Así se explican también los terribles versículos 8 y 9 del Salmo 137. Los hombres hablan del «buen Dios» con la mayor ligereza. ¡Es de desear que puedan reflexionar en el alcance de ese adjetivo, confirmado por tan evidentes testimonios… y corresponder luego a semejante amor!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"