El título de este salmo dirige nuestras miradas hacia el supremo Angustiado: Jesús en sus sufrimientos. “Está angustiado y derrama su lamento”. Pero es un lamento sin impaciencia ni murmuraciones; todo en él es perfecta sumisión. ¡Un lamento que se derrama delante de Dios y no ante los hombres! Por lo demás, ¿quién hubiera podido comprender al Señor, incluso entre sus discípulos? Los versículos 6 y 7 traducen su completa soledad moral aquí abajo. Un hombre se siente mucho más solo cuando es distinto de los demás. Y Cristo fue aislado a causa de su perfección. No estuvo solo durante la hora de la cruz únicamente, sino que durante toda su vida experimentó esa soledad.
Las lágrimas fueron su bebida, su porción cotidiana (v. 9). No solo fue ultrajado en aquellas circunstancias relatadas en los evangelios. “Cada día” fue el objeto del odio de sus enemigos (v. 8). Conoció el furor del hombre contra Él y, más terrible aun, la ira de Dios cuando fue hecho nuestro sustituto para soportarla (v. 10). Pero ese mismo momento llegó a ser para Dios “el tiempo de tener misericordia” (v. 13). De la Sion de Israel y también de todos los que creen en Él desde ahora.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"