Cantar cánticos – Majestad y poder de Dios

Salmos 92 – Salmos 93

Las grandes obras de Dios y sus muy profundos pensamientos son los inagotables temas de la oración del rescatado (v. 5; comp. Salmo 40:5). Pero el hombre que no reconoce al Creador en Sus obras es necio e insensato (v. 6) a los ojos de Dios, aunque fuese el más genial científico. El impío y el justo, los dos florecen (v. 7, 13). Pero únicamente el segundo dará fruto (v. 14). La hierba crece y florece en determinada estación, luego es cortada (v. 7). Tal es el destino de los impíos; ellos perecen (v. 9; comp. 2 Corintios 4:3-4). Mientras que el justo se parece a la palmera o al cedro del Líbano (v. 12-13). ¡Cuánto tiempo hace falta para que esos hermosos árboles alcancen su pleno desarrollo! Pero los justos tienen su lugar en los atrios del templo de Dios y prosperan allí para Su gloria.

El Salmo 93 nos recuerda que el poder de Dios es más antiguo (“Tú eres eternamente”, v. 2) y más grande que el poder del enemigo (v. 3, 4). Las ondas nos hablan de la agitación del mundo (Isaías 57:20; comp. Salmo 89:9). Podemos fiarnos en la Palabra de Dios:

Tus testimonios son muy firmes (v. 5).

Finalmente, dice el salmista, “la santidad conviene a tu casa”. No soportamos en nuestra casa ni suciedad ni desorden. Comprendemos que, con mayor motivo, el Dios santo no pueda tolerar el pecado en su casa, la que es hoy día la Asamblea (léase 2Corintios 6:16 y sig.).

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"