Los Salmos 98 y 99 empiezan respectivamente de la misma manera que los Salmos 96 y 97. “Cantad al Señor cántico nuevo” (cap. 98:1). El cántico nuevo es el que considera a Cristo en las nuevas manifestaciones de su gloria. Al alba de su Reinado, cuando Dios haya dado a conocer su salvación y revelado su justicia (v. 2; Salmo 97), ese himno será entonado en el cielo y todas las criaturas le harán eco (leer Apocalipsis 5:9 y sig., v. 13 y sig.). El cielo y la tierra cantarán al unísono; una alegría universal responderá finalmente a la misericordia y fidelidad de Dios (v. 3).
“Jehová reina”, repite el Salmo 99. Ejecutado ya su juicio, su gloria vuelve a tomar “entre los querubines” (Éxodo 25:22) el lugar que dejó otrora a causa de la iniquidad del pueblo (Ezequiel 10). Su santidad es proclamada tres veces: “Él es santo…; Él es santo…; el Señor nuestro Dios es santo” (v. 3, 5, 9; comp. Isaías 6:2-3). Pero ese Dios, de quien se dice por tres veces que es santo, es también el que perdona (v. 8) y sabemos que lo puede hacer sin negarse a sí mismo a causa de la obra de la cruz. Solo entonces la intercesión de Moisés, Aarón y Samuel tendrá la plena respuesta en ese perdón, el que es ya nuestra porción por gracia (Éxodo 32:11, 32; Números 16:47; 1 Samuel 7:5; 12:23).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"