En el tiempo de la gran tribulación, las naciones coaligadas que se enumeran en los versículos 6 a 8 consultarán juntas para borrar de la tierra el nombre de Israel (Isaías 10:24). Entre esos enemigos, el asirio, el rey del norte, ocupará un lugar preponderante. Ante esa amenaza de exterminio, la más terrible que jamás haya conocido ese desdichado pueblo, los fieles del remanente se volverán hacia Dios. Sus enemigos también son los de Dios (v. 2); esa alianza ha sido concertada contra él (v. 5). Por otra parte, los creyentes tienen conciencia de pertenecerle. Ellos son sus “protegidos” (v. 3), como los siete mil hombres “cuyas rodillas no se doblaron ante Baal” (1 Reyes 19:18), pese a la persecución en el tiempo del rey Acab. Sí, Dios no puede dejar de intervenir, ya que todos esos pueblos, en su ciega locura, estarán haciéndole la guerra (v. 5; comp. con Salmo 2:2; Apocalipsis 19:19). Los fieles se refieren a las liberaciones del pasado y a las grandes fechas de la historia de Israel (v. 9: véase Jueces 4; v. 11: véase Jueces 7 y 8).
Nosotros, los creyentes, quienes no tendremos que atravesar esos terribles tiempos, ¿manifestaremos ahora menos paciencia y confianza? La oposición del mundo debe tener para nosotros, como único efecto, el sentimiento de confianza en el Señor.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"