El soberano Juez ha colocado al hombre en la tierra con el encargo de ejercer la justicia en ella (leer Deuteronomio 1:17). ¡Ay! Basta abrir los ojos para ver de qué manera este último asume esa responsabilidad. Sin duda, nosotros, los creyentes, sufrimos a causa de la injusticia que reina a nuestro alrededor, especialmente cuando somos sus víctimas y ella exige de nuestra parte mucha paciencia (Santiago 5:10-11). ¡Comprendamos entonces cuáles pueden ser los sentimientos del Dios justo por excelencia y cuán grande es Su paciencia para con este mundo! Esta brilló particularmente cuando su santo Hijo fue el objeto de la suprema injusticia por parte de los hombres.
Y hoy día, ¿quién manifestará la justicia de Dios en el mundo, a no ser Sus propios hijos? (Pero no olvidemos que la injusticia puede tomar la forma de un juicio desfavorable o malevolente que emitimos acerca de alguien). Todos los días, detrás de rostros que tal vez nos dejan indiferentes, encontramos al débil, al huérfano, al afligido o al menesteroso (v. 3). Preguntémonos si no es nuestro servicio buscarlos y traerles, con compasión, y además con la ayuda material que esté a nuestro alcance, el testimonio del amor del Señor Jesús.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"