Israel está invitado a cantar, como lo había hecho otrora a orillas del mar Rojo, al sonido del pandero (v. 2; Éxodo 15:20). Pero, después de la liberación de Egipto evocada en el versículo 6, Jehová aún tenía muchas grandes cosas que ejecutar a favor de su pueblo… si este hubiera querido escucharle. Estaba particularmente preparado a sustentarlo con “lo mejor del trigo” (la flor de harina nos habla siempre de Cristo) así como con “la miel de la peña”, figura de la dulzura de la gracia divina. Pero Dios está obligado a comprobar tristemente: “Israel no me quiso a mí” (v. 11). ¡Cuán conmovedora es Su exclamación: “Israel ¡si me oyeres!” (v. 8) y más lejos:
Oh, si me hubiera oído mi pueblo!
(v. 13; comp. Deuteronomio 5:29).
Queridos amigos creyentes: Dios también apartó de nuestro hombro la más pesada de las cargas: la del pecado. Pero, ¿sabe usted que Él tiene aún muchas más bendiciones para nosotros… con la condición de que tengamos el deseo de recibirlas y que escuchemos su Palabra? Él nos ha preparado victorias (v. 14); y quiere sustentarnos con Cristo y su amor. Abrámosle nuestros corazones; él los llenará y nuestras bocas proclamarán su alabanza (comp. v. 10).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"