En los tiempos felices de los que habla el Salmo 65, el papel de Israel será invitar a las naciones a participar de la alegría y de la alabanza. Primeramente, porque las obras de Dios son “asombrosas” y “temibles” (v. 3, 5), luego por su bondad para con su pueblo. La salida de Egipto y la entrada en Canaán (v. 6) son los primeros grandes actos de poder que deberán ser exaltados. Asimismo nosotros, los cristianos, no dejemos de celebrar la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Él nos liberó del yugo de este mundo (Egipto) y de su príncipe (Faraón = Satanás) y nos hizo entrar en las bendiciones celestiales.
Luego, los largos sufrimientos de Israel también serán rememorados (v. 10-12). Los judíos fueron probados y lo son aún de muchas maneras, abrumados y hollados (v. 12) por las naciones en medio de las cuales han sido dispersos. Pero pronto podrán bendecir a Dios, quien preservó la vida de sus almas y los refinó como oro en el crisol de la prueba. No olvidemos tampoco ese precioso propósito divino. El versículo 18 nos recuerda una verdad muy importante: Dios no puede escuchar nuestras oraciones mientras tengamos sobre la conciencia un pecado que no ha sido juzgado. ¡Apresurémonos a confesárselo a fin de gozar de nuevo de Su comunión! (Isaías 1:15; Salmo 32:5-6).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"