Cuando conspiran contra nosotros

Salmos 64

En este salmo, el creyente no solo experimenta la aridez de un mundo que no puede apagar la sed de su alma, como en el Salmo 63:11, sino también la adversidad de los hombres que afilan su lengua “como espada” contra él (comp. Salmos 55:21; 57:4). La fidelidad siempre excitó la animosidad de los incrédulos. No es de extrañar, pero cuidémonos de que nuestra conducta no dé asidero a acusaciones justificadas. Contra esa espada y esas saetas, vistámonos de “la coraza de justicia” (es decir, una conducta irreprochable; Efesios 6:14; léase 1 Pedro 2:12) y opongamos a todas esas manifestaciones de maldad una “sabia mansedumbre” (Santiago 3:13). Entonces Dios tomará nuestra causa en mano, “porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:17-19).

¿Quién los ha de ver?” habían dicho los enemigos del justo (v. 5; ver también Salmos 10:11; 59:7). Pues bien, ¡Dios lo ve! Su mirada descubre en lo más profundo del corazón la malevolencia y los inicuos designios (v. 6). Y como respuesta a la flecha (esa “palabra amarga”) disparada “de repente” contra el hombre íntegro (v. 4), Dios prepara su propia saeta, la que liberará a su redimido de modo igualmente repentino cuando haya llegado el momento (v. 7).

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"