Los versículos 1-5 no nos permiten alentar ninguna ilusión sobre lo que es la justicia humana. Si este relato nos parece demasiado severo, basta evocar la cruz. Las relaciones de los hombres entre sí están frecuentemente regidas por la ley del más fuerte. Y la mentira y el veneno de la calumnia son armas corrientemente empleadas (v. 3-4; Salmo 140:3). Sí, el mundo que nos rodea está lleno de injusticia, como lo estaba en el tiempo de David. Pero nuestra actitud de cristianos debe ser muy distinta de la del israelita piadoso, tal como resalta de los versículos 6 a 10. En la hora de la gran tribulación, este solo podrá dirigirse al Dios de la venganza para apresurar la venida del día en que la justicia reinará en la tierra.
Efectivamente, este día vendrá, pero, mientras tanto, es aún
Ahora el día de la salvación
(2 Corintios 6:2).
Por eso, objetos de la misericordia divina, debemos interceder por los hombres ante el Dios Salvador. La injusticia que nos rodea es para nosotros la oportunidad de hacer el bien y de sembrar “el fruto de la justicia” (Santiago 3:18). No debemos intentar mejorar el mundo –lo que no es posible– sino manifestar en él los caracteres del Salvador.
Si este relato nos parece demasiado severo, basta evocar la cruz. Las relaciones de los hombres entre sí están frecuentemente regidas por la ley del más fuerte. Y la mentira y el veneno de la calumnia son armas corrientemente empleadas (v. 3-4; Salmo 140:3). Sí, el mundo que nos rodea está lleno de injusticia, como lo estaba en el tiempo de David. Pero nuestra actitud de cristianos debe ser muy distinta de la del israelita piadoso, tal como resalta de los versículos 6 a 10. En la hora de la gran tribulación, este solo podrá dirigirse al Dios de la venganza para apresurar la venida del día en que la justicia reinará en la tierra.
Efectivamente, este día vendrá, pero, mientras tanto, es aún “ahora el día de la salvación” (2 Corintios 6:2). Por eso, objetos de la misericordia divina, debemos interceder por los hombres ante el Dios Salvador. La injusticia que nos rodea es para nosotros la oportunidad de hacer el bien y de sembrar “el fruto de la justicia” (Santiago 3:18). No debemos intentar mejorar el mundo –lo que no es posible– sino manifestar en él los caracteres del Salvador.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras