¡Cuántos creyentes angustiados han hecho la preciosa experiencia del primer versículo de este salmo! En la hora de la prueba, y muy especialmente en el momento de la tentación, el creyente no debe olvidar que tiene a su disposición ese amparo, esa fortaleza y ese pronto auxilio. Tales recursos no los halla en sí mismo, sino en Dios, es decir ¡en su comunión!
Coré fue sepultado vivo por un cataclismo terrestre dispuesto por Dios, análogo a los que son mencionados en el versículo 2. Pero sus hijos fueron preservados y lo mismo ocurrirá con los creyentes del remanente judío. Estarán seguros, pues su refugio no será otro que Jehová (Salmo 91:9-10). ¡Qué contraste habrá con los hombres de la tierra durante ese mismo período apocalíptico! (comp. Lucas 21:26; Apocalipsis 6:14-17). Frente a las rugientes y turbulentas aguas del juicio (v. 3), Dios nos recuerda que existe un río de la gracia que se derrama en generosas corrientes, es decir, en múltiples manifestaciones que “alegran la ciudad de Dios” y a los que hallan refugio en ella.
El final del salmo nos muestra a los fieles presenciando tranquilamente desde su refugio el cumplimiento de los últimos juicios de Dios.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"