El primer versículo continúa con el pensamiento final del Salmo 32. Aquel que ha llegado a ser un justo mediante el perdón de sus pecados es invitado a alegrarse y a alabar a Jehová. Es la parte y el deber de todo creyente. Sin embargo, este salmo se aplica directa y colectivamente al Israel futuro, cuando se le haya perdonado por haber rechazado a su Mesías. Su alabanza abarcará tres grandes temas: la fidelidad de Dios (v. 4-9), quien es el Creador de todas las cosas; la sabiduría de Dios (v. 10-17), quien todo lo conoce y quien gobierna a las naciones; la bondad de Dios (v. 18-22), la que se ejerce para con todos aquellos que se confían en él.
Aquí el cántico nuevo (v. 3) está en relación con una tierra nueva de la que Dios habrá barrido la injusticia y a la que habrá llenado con su bondad. El consejo de las naciones y las maquinaciones de los pueblos habrán sido anulados para que puedan cumplirse los eternos consejos de Dios y los pensamientos de su corazón (v. 10-11). Por su Palabra fueron creados los cielos (comp. v. 6; Hebreos 11:3). Ahora, ella nos da una nueva vida y opera en nosotros, mientras aguarda su completa realización en un mundo restaurado. Dios mira desde los cielos y considera a todos los habitantes de la tierra (v. 13-14). Pero, según su promesa del Salmo 32:8, él sigue muy particularmente con su ojo vigilante a los que le obedecen y esperan en su amor (v. 18; véase también Salmo 34:15).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"