Después de la adjudicación de la porción de Judá, he aquí otro ejemplo de una fe atrevida y valiente. Ocurre nuevamente en el seno de la familia de Caleb. A su lado, Otoniel su sobrino y Acsa su hija habían recibido un buen ejemplo. Día tras día, durante los numerosos años pasados en el desierto, habían podido oírlo, aplicando la instrucción de Deuteronomio 6:7, hablar del buen país que había visitado, del excelente fruto que de allí había traído. Día tras día también, habían podido ver su fidelidad y perseverancia en la marcha y en sus luchas para poseer ese país. Tales palabras y tal ejemplo han producido sus frutos. Otoniel y Acsa poco a poco han aprendido a amar a ese país de Canaán, centro de los pensamientos y afectos de su padre. Y, llegado el momento, aparece la fe. La de Otoniel se manifiesta tomando a Quiriat-sefer; la de Acsa, reclamando una porción suplementaria de la tierra de Canaán. Qué gozo para Caleb, quien había dicho a Josué: “Dame este monte” (cap. 14:12), oír a su hija pedirle: “Concédeme… dame también” (v. 19; comp. con Mateo 11:12). Con una formación tal y una mujer digna de él, Otoniel se calificará para ejercer más tarde las funciones de juez en Israel (Jueces 3:9-11).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"