Dios mantiene hoy autoridades en el mundo (gobiernos, magistrados, policía) las cuales están encargadas de asegurar el orden, la justicia y la paz. Pero, en el momento de “la gran tribulación”, todo lo que contribuye a la seguridad de los hombres (“los fundamentos”) será derribado. La pregunta del versículo 3 pondrá entonces a prueba a los justos. ¿Cederán a la tentación de huir, como el ave asustada vuela para escapar del peligro? No; su confianza no está puesta en un refugio terrenal (la montaña), sino en Aquel que es inmutable porque su trono está en los cielos (v. 4). Amigos ¿qué es de nuestra fe? Si el Señor tuviese que quitarnos nuestros principales puntos de apoyo aquí abajo –familia, amigos, salud, bienes materiales– ¿podría advertirse en quién hemos confiado?
Y si pensamos en los fundamentos de la verdad, comprobamos que están minados por todas partes en la cristiandad. ¿Qué debe hacer el justo? Separarse de todo lo que ataca y busca destruir los pilares de la verdad divina. La mirada de Dios sondea a los hijos de los hombres (v. 5; Salmo 7:9; ver por ejemplo: Lucas 7:39-40; 11:17; 22:61). Realidad turbadora e insoportable para «el malo» pero preciosa para «el justo», pues para su bien es así examinado (Salmo 139:23-24).