Muchos salmos fueron compuestos en circunstancias especiales que los inspiraron parcialmente. David, fugitivo de Absalón, fue la ocasión de la que se sirvió Dios para darnos este salmo (2 Samuel 15 a 18). Mientras el hijo indigno maquina las conspiraciones contra su padre, “el dulce cantor de Israel” (2 Samuel 23:1), en vez de preparar su defensa expresa en un cántico su confianza en su Dios. ¡Qué importa el número de enemigos, desde el momento en que se coloca Jehová como un “escudo” protector entre esos “millares de gentes” y su muy amado! (comp. Génesis 15:1; Deuteronomio 33:29). Por eso este último puede gozar de un dulce sueño en medio de los peligros más grandes, sabiendo que Jehová vela sobre él (v. 5). Un episodio de la vida del Señor Jesús ilustra esta perfecta tranquilidad. Durante la tormenta, mientras las olas furiosas ya anegaban la barca, “él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal” (Marcos 4:37-38; ver también el ejemplo de Pedro en Hechos 12:6). ¡Preciosa confianza! ¡Que Dios nos ayude a tenerla!
El versículo 8 muestra que para David la bendición del pueblo tiene más valor que su propia seguridad. Israel es siempre el pueblo de Dios, aunque se subleve contra Su ungido.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"