Dios mira el corazón y justifica a aquel que es de la fe (Romanos 3:26). Abel manifestó su fe al matar un cordero, proclamando así que solo podía ser justificado por la sangre de un sustituto. Caín no lo había comprendido. El trajo el producto del sudor de su rostro, y Dios no pudo aceptarlo.
En Génesis 4:4 leemos que Dios miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín y a su ofrenda. ¿No hay cierta injusticia en ello?
Génesis 4:4