La última copa implica el juicio de Babilonia (cap. 16:19), tema detallado en los capítulos 17 y 18. Se trata de la iglesia apóstata, la gran cristiandad profesante, de la cual todos los verdaderos hijos de Dios habrán sido retirados en el momento de la venida del Señor. Esa falsa iglesia, infiel a Cristo, se ha corrompido mediante alianzas impuras con el mundo y sus ídolos.
Se llama aquí “la gran ramera”. Esta mujer está “sentada sobre una bestia” y obtiene su fuerza del poder político (v. 3). Ella ha reivindicado la dominación terrestre, en tanto que Jesús declaraba:
Mi reino no es de este mundo (Juan 18:36).
Finalmente, y sobre todo, ella ha perseguido y matado a los verdaderos santos (v. 6). A la vista de ese espectáculo, un profundo asombro se apoderó del apóstol. ¿A esto llegaría verdaderamente la Iglesia responsable? Por desdicha, su historia en el curso de los siglos lo ha confirmado suficientemente, mientras aguarda su forma final, descrita aquí. Los versículos 16 y 17 nos enseñan cómo perecerá esa “madre de las abominaciones”. Correrá la misma suerte que la que ella hizo sufrir a “los mártires (o testigos) de Jesús”, expresión en la cual se discierne toda la ternura del corazón de Dios (v. 6; véase también cap. 2:13).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"