Las siete copas derramadas sobre la tierra recuerdan las plagas de Egipto: úlceras, aguas convertidas en sangre, tinieblas, ranas, truenos, granizo y fuego (Éxodo 7:14 a 10:27). En lugar de arrepentimiento, estas calamidades suscitan blasfemias (v. 9, 11, 21). Sin embargo, un triple testimonio es dado al Dios justo por la compañía de los vencedores (cap. 15:3-4), por el ángel de las aguas (v. 5) y por el mismo altar (v. 7).
Las primeras cuatro plagas hieren respectivamente las mismas esferas que las cuatro primeras trompetas (cap. 8:7-12). La quinta alcanza el trono del jefe romano (cap. 13:1). La sexta prepara “la batalla de aquel gran día”. En fin, con la última copa retumba la gran voz que viene del trono: “Hecho está”. ¡Cuánto difiere del clamor:
Consumado es (Juan 19:30),
pronunciado por el Hijo de Dios en la cruz, después de tomar la copa que habíamos merecido! Aquella exclamación significó para nosotros el fin de la ira de Dios contra el pecado.
Estos terribles acontecimientos están más cerca de lo que pensamos. Ojalá siempre podamos considerar al mundo como una escena juzgada y tener conciencia de la espantosa ira de la que no puede escapar… Esto nos preservará de ser indiferentes, sea al mal que está en el mundo o al juicio divino que le espera.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"