Arrojado a la tierra, el diablo aprovechará su “poco tiempo”. Se valdrá de dos instrumentos, dos “bestias”, término que implica la ausencia de una relación con Dios. La primera (v. 1) corresponde al imperio romano reconstituido. Reunirá los caracteres de los tres imperios precedentes: la rapidez del leopardo (Grecia), la tenacidad del oso (Persia) y la voracidad del león (Babilonia); (véase Daniel 7:4-6). En el desierto, Jesús rehusó los reinos del mundo. Satanás los da al emperador romano y obtiene así el homenaje de toda la tierra (v. 4; Lucas 4:5-8).
En cuanto a la segunda bestia, es una imitación del Cordero, pero su lenguaje la traiciona. Es el Anticristo, el cual ejercerá el poder religioso, hará milagros y sostendrá a la primera bestia. Seducirá a multitudes de hombres que serán marcados como ganado con el sello de la bestia romana (cap. 13:1). Son llamados “los moradores de la tierra” (v. 8, 14; cap. 3:10; 6:10; 8:13; 11:10) porque tienen sus intereses y todas sus aspiraciones en ella. ¡Cuán numerosa es esta clase de personas hoy día! En contraste, el versículo 6 menciona a “los que moran en el cielo” (Filipenses 3:19-20). Creyentes, mostremos claramente dónde está nuestra morada (Hebreos 11:13-14).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"