Esta nueva división es introducida por el versículo 19 del capítulo 11. El arca del pacto aparece allí en señal de gracia antes de los juicios sobre Israel. Este pueblo (simbolizado por la mujer encinta vestida del sol) es aquel del cual debía nacer el Mesías, y esto excita la furiosa oposición de Satanás, el gran dragón escarlata. Esa enemistad entre la descendencia de la mujer y “la serpiente antigua” (v. 9), anunciada desde la caída del hombre, ha proseguido a través de toda la Biblia (véase Génesis 3:15; Éxodo 1:22; 2 Reyes 11:1; Mateo 2:16). El diablo concentró en vano sus esfuerzos para impedir que, a través del nacimiento y la elevación del Señor Jesús, los designios de Dios se cumpliesen. Cristo y sus santos celestiales –el niño arrebatado hasta Dios– están ahora fuera de su alcance. Además, Satanás pronto será precipitado del cielo a la tierra (léase Lucas 10:18; Romanos 16:20), donde su impotente rabia se desencadenará contra el remanente de Israel. Lo que caracterizará a este último será que él guardará “los mandamientos de Dios” (v. 17 final). ¿Cuál fue para Cristo y cuál es hoy para nosotros el secreto de la fuerza y de la victoria sobre el maligno? La Palabra de Dios que mora en el corazón (Salmo 17:4; Mateo 4:4; 1 Juan 2:14 al final).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"