Los capítulos 10 y 11 (v. 1-3) se intercalan entre la sexta y la séptima trompeta, así como el capítulo 7 forma un paréntesis entre el sexto y séptimo sello. Nuevamente Cristo aparece bajo el aspecto de “otro ángel”, aquí también acompañado con señales de gracia. La nube con la cual se envuelve y las columnas de fuego sobre las que se mantiene recuerdan los cuidados de Dios para con Israel en el desierto (Éxodo 13:21-22); el arco iris (comp. 4:3) habla del pacto de Dios con la tierra (Génesis 9:13). Así sus promesas son indirectamente recordadas. Pero Cristo también posee los atributos de la autoridad: su rostro es semejante al sol; él reivindica sus derechos a poseer el mundo. Tiene en su mano un librito abierto que representa un corto período de la profecía ya revelada en el Antiguo Testamento. Se trata de la segunda mitad de la semana (de años) de la gran tribulación (Daniel 9:27), durante la cual Dios aún reconoce el templo, el altar y “a los que adoran en él”. Cosa notable, esos tres años y medio son evaluados en 42 meses para hablar de la opresión (cap. 11:2), pero también en 1260 días para medir el testimonio del remanente fiel. Dios ha contado esos días y sabe cuánta valentía haya que tener y cuántos sufrimientos se deba soportar en cada uno de ellos (Salmo 56:8).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"