Después de haber castigado a las naciones, la mano de Jehová se extenderá sobre Jerusalén, la ciudad rebelde, corrupta y opresora. ¡Ay! los cuatro reproches que siguen en el versículo 2 hasta podrían ser dirigidos a los hijos de Dios que descuidan la Palabra (“no escuchó la voz, ni recibe la corrección”) o la oración (“no confió en Jehová, no se acercó a su Dios”).
Entonces se cumplirán las palabras del Señor Jesús: “El uno será tomado, y el otro será dejado” (Mateo 24:40). Los rebeldes, los soberbios y los altaneros serán quitados (v. 11) y Jehová dejará subsistir aquí abajo un pueblo afligido, humillado, el cual solo confiará en Él (v. 12). Habrá regocijo para ese remanente (v. 14) y gozo más grande aún para el Señor, cuyos afectos serán satisfechos. “Descansará en su amor” (v. 17, V. M.) Este versículo se aplica al reinado de Cristo, pero desde ahora ¿no despierta un eco en el corazón de cada redimido? Sí, pensemos en su felicidad. Querido amigo creyente, el que lloró en la tierra ya conoce un pleno y entero gozo respecto de usted (Salmo 126:6).
Después del terrible “trabajo de su alma”
(Isaías 53:11, V. M.)
gozará eternamente –y los suyos con él– del perfecto reposo del amor
(v. 17; Jeremías 32:41).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"