Alegría y confianza recobradas a pesar del castigo infligido

Habacuc 3:1-19

Jehová impuso silencio a las voces de la tierra (cap. 2:20), pero el fiel puede hacer subir su oración ante él. Declara lo que vio (v. 3, 7), y lo que oyó (v. 2, 16).

La visión de los enemigos caldeos se borró. En su lugar, el profeta contempla la majestad del Dios vengador.

Acompañado de espantosas señales, ese Dios avanza para juzgar a las naciones y salvar a su pueblo (v. 12-13). Ante esa solemne aparición, ¿cuáles son los sentimientos del profeta? Primero el miedo; no lo oculta. Pero sabe que puede apelar a la misericordia de Jehová, aun en Su justa ira (v. 2; Salmo 78:38). Dios siempre oye los S.O.S. del alma. ¡Luego viene el gozo! Aunque falten las bendiciones materiales (v. 17), el hombre de Dios puede regocijarse, porque no halla ese gozo en las circunstancias sino en el Dios de su salvación (comp. Filipenses 4:4). “El Señor es mi fortaleza… y en mis alturas me hace andar” (v. 19; Salmo 18:32-33). ¡El Señor nos otorgue la energía espiritual para trepar por esas alturas de donde la fe domina al mundo! Cercano está el juicio de este; ya que nuestro tiempo se parece al de Habacuc, ¡deseemos por nuestra parte asemejarnos a ese hombre de Dios!

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"