En tanto que la Historia de los hombres se complace en describir la grandeza asiria y permanece casi muda acerca de su derrumbe, la Palabra de Dios consagra un libro a ese día fatal. Lo repetimos, la Biblia no es un manual de Historia. Los acontecimientos relatados en ella lo son solo en función de su relación con Israel y bajo su aspecto moral. Para los historiadores, Nínive, debilitada, cayó bajo los golpes de una coalición de sus vasallos. Para Dios, el infortunio la alcanzó porque era una ciudad sanguinaria, llena de mentira, de violencia y de rapiña (v. 1). Al cosechar lo que ha sembrado, va a conocer la suerte que ella misma había hecho soportar a Tebas (Egipto) medio siglo antes. “¿Quién se compadecerá de ella?” (v. 7). Así es el egoísmo del mundo. Los que no son golpeados directamente se acomodan con facilidad al desastre de los demás. “¿Dónde te buscaré consoladores?” agrega Nahum, cuyo nombre significa precisamente consolador. En cambio, el creyente fiel es consolado por medio de la profecía al enterarse de que,
Pese a las apariencias, Dios dirige los acontecimientos del mundo.
Él hará que todas las cosas concurran a Su propia gloria y al bien de los que le aman (Romanos 8:28).
“Es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús” (2 Tesalonicenses 1:6-9).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"