El pregón de Jonás a través de Nínive es, por decirlo con propiedad, la única profecía que hallamos en su libro. Y ni siquiera se cumplió, porque, al oír la predicación, los habitantes de la malvada ciudad, con el rey a la cabeza, temen a Dios, creen su Palabra y se arrepienten. Estos sentimientos, a su vez, suben hasta el cielo (v. 10; cap. 1:2). Dios perdona (véase Jeremías 18:7-8). Y los hombres de Nínive serán citados como ejemplo por Jesús a los judíos de su tiempo, cuando tienen en medio de ellos infinitamente “más que Jonás”. De hecho, cuánto más responsables eran estos últimos que los ninivitas paganos. El Hijo de Dios mismo se hallaba allí y había venido no “a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo” (Juan 12:47). Reconocerse pecador y aceptar a Jesús como Salvador es el único medio de escapar de la eterna condenación. El anuncio del juicio forma parte del Evangelio. “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” advierte la Sagrada Escritura (Hebreos 9:27).
Esta expresión “una sola vez” puede darse dentro de un instante para usted, lector inconverso. ¿Sabe usted si dispondrá aún de una prórroga de cuarenta días? (véase Lucas 12:20). “Por tanto, también vosotros estad preparados”, dice todavía el Señor Jesús (Mateo 24:44). Sí, ahora es el día de salvación.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"