Los acontecimientos históricos que corresponden a esas profecías son relatados en los capítulos 15:8 a 17:18 del segundo libro de los Reyes. Los últimos soberanos de Israel habían creído que sería buena política apoyarse alternativamente en Egipto y Asiria (v. 3; comp. cap. 7:11-12; 2 Reyes 17:4). Esto fue precisamente su perdición. Por su lado, los que habían escapado de Jerusalén y de Judá buscaron refugio en Egipto (en Memfis), antes que quedarse “en la tierra de Jehová” como les instaba Jeremías (v. 6; Jeremías 42:10, 19). ¡Ay!, ¿no nos parecemos a ellos? Cuántas veces en presencia de una dificultad buscamos la ayuda de los hombres antes que la del Señor (Salmo 60:11). Efraín debía ser privado de hijos, quedar estéril y sin fruto para Dios, como la higuera a la que el Señor maldijo (v. 16; Marcos 11:12-14).
Esa profecía se cumplió con la actual dispersión de las diez tribus hasta su restablecimiento para el reino de mil años.
En cuanto a los judíos propiamente dichos (Judá y Benjamín), su suerte, desde que rechazaron al Mesías, es la de ser “errantes entre las naciones” (v. 17; Deuteronomio 28:64-65). Al no haber conocido el tiempo de su “visitación” en gracia (Lucas 19:44 fin), debían ser visitados por el juicio (v. 7).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"