Los juicios anunciados por la trompeta caerán sobre el pueblo culpable (comp. Mateo 24:28, 31; Apocalipsis 8:6). Por más que proteste: “Dios mío, te hemos conocido”, Israel merecerá esta implacable respuesta: “Os digo que no sé de dónde sois” (Lucas 13:27). Mateo 7:21 cita a esos falsos cristianos que exclaman: “Señor, Señor”, sin haberse preocupado nunca por la voluntad divina. Así, los versículos 2 a 4 subrayan la contradicción entre la expresión “mi Dios” y el espíritu de completa independencia manifestada por el pueblo. Mientras que en otros tiempos era Dios quien designaba a los reyes y ordenaba lo concerniente al culto, ahora Israel mismo había escogido a sus príncipes y había echado las bases de una religión idólatra (v. 4-5, 11; 1 Reyes 12:20, 28-33). Hoy, en la cristiandad, cada uno cree poder decidir de qué manera rendirá culto, y en las sectas y las iglesias existe lo que satisface todos los gustos.
Los hijos de Israel serán “como vasija que no se estima” (v. 8; Isaías 30:14). “No los quiso Jehová” (v. 13).
¡Ojalá podamos ser, cada uno de nosotros, un “instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra”!
Pero no olvidemos las obligaciones de “todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (2 Timoteo 2:19-22).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"