“Yo quería sanar a Israel” (v. 1, V. M.). “Yo los iba a redimir” (v. 13, V. M.) Tal es también el pensamiento del Señor respecto a usted, amigo todavía inconverso. Pero es necesario que su deseo responda al Suyo (Juan 5:6). Más tarde Jesús también dirá a Jerusalén: “¡Quise juntar a tus hijos… y no quisiste!” (Lucas 13:34).
Ya consideramos el deplorable estado moral de Israel bajo los rasgos de una mujer adúltera (cap. 2) y de una novilla indómita (cap. 4:16). Aquí sucesivamente se lo compara con una masa de pan leudado (v. 4), una torta no volteada (v. 8), una paloma incauta (v. 11) y un arco engañoso (v. 16). Con tono irónico Jehová condena tanto su soberbia como su falta de inteligencia. Mezclarse con extraños tuvo por efecto consumir la fuerza de Efraín. Las “canas” son la señal de que está bajando la energía…“mas él no lo sabe” (v. 9, V. M.) En lo que nos concierne, sepamos que confraternizar con el mundo, bajo cualquier forma que sea, hace perder al creyente su comunión con el Señor y le priva, pues, de toda energía espiritual, sin que él tenga conciencia de ello. El ejemplo de Sansón lo confirma de la más solemne manera (Jueces 16; léase v. 19-20).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"