El profeta y su guía han pasado por el pórtico y penetran en la casa. Al igual que el templo de Salomón, se divide en un lugar santo, de cuarenta codos, y en un lugar santísimo de forma cúbica que tiene veinte codos de lado. Pese a la considerable superficie ocupada por el santuario y sus anexos –lo que nos habla de la grandeza del reinado de Cristo– comprobamos que las dimensiones interiores son exactamente las mismas que las del primer templo (1 Reyes 6:17, 20).
El plan de Dios es inmutable: sus designios respecto de Cristo y de la bendición del mundo nunca cambiaron.
Con tanto tiempo de antelación prevé que queden expuestos en su santo Libro como testimonio de su fiel bondad: él cumplirá lo que se propuso. La lectura de esas páginas debería hablar muy especialmente a la conciencia de Israel, al demostrarle que Dios nunca dejó de interesarse por él.
A partir del versículo 15 tenemos la descripción del edificio, luego la del altar y al final la de las puertas labradas del santuario. Su decoración expresa los caracteres del Reinado: poder para ejecutar juicio (los querubines, encargados de ello); paz y victoria (las palmeras).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"