...y el verdadero Pastor

Ezequiel 34:17-31

Jehová denuncia severamente el egoísmo de las ovejas fuertes y engordadas y promete que reparará los agravios hechos a las que son flacas y débiles. Luego designa –con comprensible satisfacción y amor– al pastor a quien él va a suscitar: su siervo David.

A través de este, fiel pastor del rebaño de su padre y más tarde del de Israel
(1 Samuel 17:34-35; 2 Samuel 5:2),
Dios quiere hablarnos de su Amado. “Yo soy el buen pastor
” dirá Jesús,

en contraste con todos los malos pastores de los cuales nos habló en el comienzo de este capítulo. Tuvo compasión de las multitudes de Israel, cansadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor (Mateo 9:36). Lo que caracteriza al buen Pastor es que da su vida por las ovejas (Juan 10:11). Tal es, por cierto, la suprema prueba de su bondad, la que supera todos los cuidados enumerados en este capítulo. “Conozco mis ovejas, y las mías me conocen” agrega el Señor; palabras que podemos comparar con los versículos 30 y 31. Escuchemos todavía esa conmovedora expresión: “ovejas mías, ovejas de mi pasto” (comp. Salmo 100:3). En el capítulo 36:38 hallaremos otras “ovejas consagradas… ovejas de Jerusalén… rebaños de hombres”.

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"