Este capítulo condena muy severamente a los malos pastores (reyes, príncipes y jefes del pueblo). No solo no cuidaron a las ovejas débiles, enfermas, heridas o descarriadas, sino que ellos mismos engordaron a expensas del rebaño de Israel. Sin temor de Dios y sin amor por el pueblo, obraron como si este último les perteneciera y tuvieran “señorío” sobre él en lugar de ser “ejemplos de la grey” (léase 1 Pedro 5:2-4). Ante ese completo in-cumplimiento, Jehová decide cuidar él mismo a sus ovejas. “He aquí yo” declara él. Y reconocemos el maravilloso amor del “Pastor de Israel» (Salmo 80:1), subrayado por el contraste con los malos pastores. Él promete quedarse en medio de sus ovejas, librarlas, juntarlas, traerlas por “las riberas” y a “buenos pastos” y hacerlas descansar en buen redil (comp. Salmo 23). La perdida será buscada, la descarriada traída al redil; la perniquebrada será vendada y la débil fortalecida. Se trata de la reunión final y de la bendición de Israel. Pero ¡qué preciosa imagen de los tiernos cuidados que el Señor dispensa a cada uno de sus redimidos! (léase 1 Pedro 5:7).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"