La duración de un edificio no depende tanto de la calidad de sus piedras o de sus ladrillos como de la mezcla empleada para unirlos. Muchas obras de albañilería construidas por los romanos han subsistido hasta nuestros días a causa de la extraordinaria solidez de su cemento, mientras que buen número de monumentos construidos mucho más tarde no han resistido la acción de agentes destructores. Para disimular las crecientes grietas de la unidad de Israel, sus falsos profetas habían empleado la mala mezcla de una “paz” que no era tal (v. 10). Sus tranquilizadores discursos no podían impedir que la “pared” cayera en el día de la tempestad (comp. Mateo 7:26-27).
¡No olvidemos que todo creyente es un obrero del Señor!
El único fundamento, Jesucristo, ha sido puesto; cada uno debe considerar cómo y con qué material edifica encima (1 Corintios 3:10-15).
Los versículos 17 a 21 nos muestran que las almas mal afirmadas pueden literalmente caer en la trampa mediante futilidades, en particular las de la moda y de las comodidades (2 Pedro 2:14). Velemos por nuestras almas.
Una última condenación es pronunciada en el versículo 22 contra los que entristecieron “con mentiras el corazón del justo”. ¡Cuánto sufrió Cristo aquí abajo a causa de esa misma hipocresía!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"