Jehová da a conocer a su siervo los “juicios terribles” que tiene en reserva: espada, hambre, fieras y pestilencia (v. 21). Y declara que incluso la presencia de tres hombres de Dios tan notables como Noé, Daniel y Job no bastaría para liberar al país culpable. Jehová asocia los nombres de esos tres testigos excepcionales, quienes vivieron en épocas muy diferentes (Daniel vivía todavía en Babilonia), para recordar que el temor de Dios y la justicia pueden ser practicados en todos los tiempos –aunque estos fueran tan sombríos como los que precedieron al diluvio– y que él respondería mediante una liberación individual (comp. Proverbios 11:8). De manera que nadie tiene el derecho de disculpar su conducta invocando el medio en que vive y las influencias que sufre.
En el capítulo 15 se vuelve a tomar la imagen de la vid de Israel (véase también cap. 17:6; 19:10). Si bien no dio fruto, por lo menos ¿podrá ser utilizada su madera? (v. 3). ¡De ninguna manera! Carece de valor, apenas es buena para ser quemada. ¡Terrible suerte la de los estériles pámpanos de la vid de Israel… y la de los que el Padre se verá obligado a quitar de la verdadera vid! (Juan 15:1-2).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"