Algunos de los ancianos de Israel visitan a Ezequiel con una intención que parece buena: la de consultar a Jehová. Pero Dios advierte a su profeta que no se deje engañar por las apariencias. El corazón de esos hombres estaba lleno de ídolos que constituían un verdadero muro de separación entre él y ellos: “se han apartado de mí todos ellos por sus ídolos” (v. 5; comp. Lucas 16:15).
Retengamos esta importante lección: para conocer y comprender el pensamiento del Señor, la condición primordial no es nuestro grado de inteligencia, nuestra experiencia cristiana o nuestro conocimiento de la Biblia, sino el estado de nuestro corazón. ¿Es recto ante Dios o esconde cosas inconfesables, ídolos muy arraigados? Quizás esa sea la razón por la cual a veces Dios no responde a nuestras oraciones. Grabemos bien en nuestra memoria estas palabras del Señor: “Separados de mí nada podéis hacer” (comp. v. 5); con su preciosa contrapartida: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:5, 7).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"