“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud”. Es el momento favorable para volverse hacia el Señor y poner a su servicio las facultades en su plenitud. Porque con la edad, las fuerzas disminuyen y el corazón tiende a endurecerse. La vejez y la muerte son evocadas mediante alegorías en los versículos 2 a 7. Luego viene la conclusión del libro trágicamente idéntico a su principio: “Vanidad de vanidades… todo es vanidad” (comp. cap. 1:2). ¡Cuánto podemos agradecer al Señor que este libro del Eclesiastés solo presente un lado de la verdad! A la revelación del Dios Juez (v. 14) se agrega hoy la del Dios Salvador. Por eso esta porción de la Escritura, con mayor razón que cualquier otra, no debe separarse del contexto de la Palabra divina. Las distintas palabras de la Biblia son dadas “por un Pastor”, todas son dictadas por el mismo Espíritu. “Como aguijones y como clavos hincados” (v. 11), dejemos que todas estas palabras penetren en nuestra conciencia para volverla sensible a la salvación. Contrariamente a los libros de los hombres, la Palabra de Dios nunca nos cansará si la estudiamos con oración. Nos enseñará lo que es “el todo del hombre”: temer a Dios y guardar sus mandamientos. Todo lo demás no es más que vanidad.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"