Prestemos buena atención a la advertencia de este aviso:
Al que aportillare vallado, le morderá la serpiente (v.8).
Dios ha puesto alrededor de cada uno de nosotros barreras de protección (por ejemplo la autoridad de nuestros padres o educadores). Él sabe lo que hay del otro lado del vallado. A veces nos figuramos que son ventajas y que Él nos priva de ellas. ¡Pero no! lo que Él quiere es evitarnos una peligrosa mordedura. La serpiente acecha y no le hace falta una ancha brecha para poder colarse. Un poco de pecado, “una pequeña locura” (v. 1) basta para comprometer el testimonio del hijo de Dios (comp. 1 Corintios 5:6) y reemplazar el perfume de Cristo por el mal olor de la corrupción (Gálatas 6:8).
La falta de sensatez en los que gobiernan es especialmente detestable (v. 5). Los que les están sujetos soportan las consecuencias, sea como víctimas de ellos, sea porque siguen ese mal ejemplo (ej: 2 Reyes 21:9, 16). Pero esto no es una razón para hablar, ni aun pensar mal de las autoridades (v. 20). Al contrario, nuestro deber de creyentes es orar por ellas: “Exhorto ante todo a que se hagan rogativas… por los reyes y por todos los que están en eminencia” (1 Timoteo 2:1-2).
El versículo 12 nos recuerda a Cristo, el Sabio por excelencia: “Todos… estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca” (Lucas 4:22).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"