¿Por qué la injusticia, las lágrimas, la opresión, los conflictos de los cuales el mundo está lleno? Se trata de resolver esos problemas por medio de doctrinas sociales y económicas y de remediarlos mediante conferencias internacionales. La única verdadera explicación nunca se da porque el hombre, en su orgullo, rehúsa reconocerla: su estado pecaminoso. El Señor, lejos de permanecer indiferente a todos esos padecimientos (Lamentaciones 3:34-36), les dice: “Venid a mí”, a todos los afligidos que no pueden hallar verdaderos consoladores entre sus semejantes. Pero se sirve de la angustia de los hombres para revelarse como el único verdadero consolador (2 Corintios 1:3; Isaías 51:12).
A partir del versículo 4, el Predicador analiza las distintas formas de “malas obras que debajo del sol se hacen”. Concluye cada vez: “vanidad”, “aflicción de espíritu”, y “duro trabajo” (final de los v. 4, 6, 8, 16). Sus reflexiones tienen un alcance general; el mismo mundo a menudo reconoce su sabiduría. El versículo 6, por ejemplo, afirma que la tranquilidad de espíritu con una situación modesta valen más que “ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu” (ver 1 Timoteo 6:6). Una asociación puede ofrecer –humanamente hablando– muchas ventajas y aun atractivo para el trabajo, el andar o el combate (v. 9-12), pero la verdadera fuerza para el creyente reside siempre en su comunión personal con el Señor.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"