¿Qué rastros dejamos en el camino?

Jeremías 2:19-37

El abandono del primer amor siempre es el punto de partida –oculto al principio– de muchos otros males. Dios había sacado a Israel fuera de Egipto para que le sirviera (Éxodo 4:23). Y vemos cómo este pueblo le declara descaradamente: “No serviré” (v. 20; comp. en Nehemías 3:5 el ejemplo de los jefes tecoítas). También es la triste respuesta de numerosos cristianos a aquel que los salvó ¡aun cuando no se atrevan a formularla en alta voz! Podemos asegurarles que se engañan a sí mismos.

Porque es imposible no servir a un amo. Rehusarse a obedecer al Señor es caer en la esclavitud de los ídolos
(v. 28).

Al seguir adelante en su rebelión contra Jehová, ese pueblo malo, deliberadamente le volvió la espalda (v. 27). Con una incalificable ingratitud se olvidó de aquel que solamente le había hecho bien (v. 32). ¡Pobre pueblo! Dios procura abrirle los ojos. Le invita a volverse y a considerar las sinuosas huellas que dejó tras él (v. 23; véase cap. 14:10). Queridos amigos cristianos, a veces también es necesario hacer un balance y considerar nuestros caminos. ¡Cuántos pasos dados en falso, cuántos rodeos y callejones sin salida en los que nos hemos extraviado porque no quisimos seguir el camino recto y simple de la voluntad del Señor!

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"