Las primeras palabras que Jehová pone en boca de Jeremías están destinadas a reconquistar el corazón de su pueblo olvidadizo… ¡fiel imagen de nuestro propio corazón! Y es como si el Señor nos preguntara con ternura: ¿Te acuerdas de ese tiempo feliz que siguió a tu conversión? Entonces, ¡cómo ardías de celo y reconocimiento! Por cierto, andabas en este mundo como en un desierto, “en tierra no sembrada”. Pero yo te bastaba plenamente. Si bien te olvidaste de aquel tiempo, yo en cambio he guardado el recuerdo de él. Porque me era agradable ese ardor de tus afectos, ese gozo de tu primer amor (Apocalipsis 2:4).
¡Ay! dice Jehová, “mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha” (v. 11; 8 al final). Sea sincero, lector, si tal vez se ha alejado del Señor: ello ¿le ha sido provechoso? Él es la “fuente de agua viva”; ¡qué locura es abandonarle para cavarse “cisternas rotas que no retienen agua”! o para ir a beber a los ríos de Egipto y Asiria, figuras del mundo (v. 18). Porque “cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; pero el que bebiere del agua que Jesús da, no tendrá sed jamás” (Juan 4:10, 13-14).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"